Frágil…
Sopla y veras cuan frágil
puede ser el amor que nos une…
Esa fue mi conclusión,
al darme cuenta que vulnerable somos cuando exponemos el corazón sin razón, sin
pensar en lo que realmente tienes al frente.
Quizás cuando eres
niña te lanzas a ese chico que alborota tu panza sin pensar que el puede
hacerte daño y después de un tiempo te deja y tu lloras , pataleas y
sobrevives, total aun el tiempo es tu aliado y tu alegría llena todo esos vacíos,
son experiencias que te hacen crecer, lo
sensato sería no volver a caer en ese charquito, tener los ojos más abierto y
ser más suspicaz a la hora de besar el próximo
sapo!… pero eso es solo teoría, la verdad es que vuelve a suceder una y muchas
veces más.
Cuando nos
enamoramos los ojos no quieren ver más allá de lo que hay frente a ti, solo te
enamoras y te vuelves ciega, … te vuelves bruta… esto puede durar muuucho
tiempo, hasta que te rompen el corazón otra vez!!!!
Te casas y crees que
será para siempre y ese cuento tampoco es real, te divorcias y duele, porque en
tus cuentos esa parte no existe… no es simple … en fin pero el Valiente corazón
se reinventa mil veces más porque es un reincidente del amor…porque el amor lo enloquece y cuando menos lo esperas ya estas sumergida en una nueva historia, que no sabes cuánto durara, porque ya después
de tanto, has entendido que es inestable, es voluble, es como esas estrellas
que explotan en el cielo, duran un rato y desaparecen…pero a pesar de esta conciencia despierta, vuelves a
entregar el corazón esperando que lo
cuiden y lo protejan tanto como tu, … eso no sucede porque es mentira que nadie
cuida lo que no es suyo… eso solo lo piensa tu yo interior , sin embargo aun
con esto lo entregas y se lleva su golpe
otra vez! así puedes pasar
la vida, saltando charcos, besando sapos y rompiéndote el corazón!… me
pregunto … será que si existe un AMOR real, puro, firme y seguro, capaz de
darte todo sin miedo, un amor capaz de todo??? Un amor que llegue hasta tu alma
y te acepte con tus miserias y con tus locuras, con tus alegrías y tristezas,
con tus lunas y explosiones, con lo bueno y lo malo… con lo divertido y con lo
no tanto???
El cuento de la Ratoncita presumida…
Al llegar a su casita, se paró frente al espejo y se colocó el lacito en el rabo. Estaba tan bonita, que no podía dejar de mirarse. Salió al portal para lucir su nuevo lazo y entonces se acercó un gallo y le dijo:
- Buenos días, Ratoncita. ¡Qué guapa que estás hoy!
- Gracias, señor Gallo.
- ¿Te casarías conmigo?
- No lo sé. ¿Cómo harás por las noches?
- ¡Quiquiriquí!- respondió el gallo.
- Contigo no me puedo casar. Ese ruido me despertaría.
Se marchó el gallo malhumorado. En eso llegó el perro:
- Pero, nunca me había dado cuenta de lo bonita que eres, Ratoncita. ¿Te quieres casar conmigo?
- Primero dime, ¿cómo haces por las noches?
- ¡Guauuu, guauuu!
- Contigo no me puedo casar, porque ese ruido me despertaría.
Un Ratoncito que vivía junto a la casa de la Ratoncita, y siempre había estado enamorado de ella, se animó y le dijo:
- ¡Buenos días, vecina! Siempre estás hermosa, pero hoy, mucho más.
- Muy amable, pero no puedo hablar contigo, estoy muy ocupada.
El Ratoncito se marchó cabizbajo. Al rato, pasó el señor Gato, que le dijo:
- Buenos días, Ratoncita ¡Qué linda que estás. ¿Te quieres casar conmigo?
- Tal vez, pero, ¿cómo haces por las noches?
- ¡Miauu, miau!- contestó dulcemente el gato.
- Contigo me casaré, pues con ese maullido me acariciarás.
El día antes de la boda, el Gato invitó a la Ratoncita para una comida. Mientras el gato preparaba el fuego, la Ratoncita quiso ayudar y abrió la canasta para sacar la comita. Con sorpresa vio que estaba vacía.
- ¿Dónde está la comida?- preguntó la Ratoncita
- ¡La comida eres tú!- dijo el Gato enseñando sus colmillos.
Cuando el gato estaba a punto de comerse a la Ratoncita, apareció el Ratoncito, que los había seguido, pues no se fiaba del gato. Tomó un palo encendido de la fogata y lo puso en la cola del gato, que salió huyendo despavorido. La Ratoncita estaba muy agradecida y el Ratoncito, muy nervioso le dijo:
- Ratoncita, eres la más bonita. ¿Te quieres casar conmigo?
- Tal vez, pero, ¿cómo harás por las noches?
- ¿Por las noches? Dormir y callar. ¿Qué más?
- Entonces, contigo me quiero casar.
Así se casaron y fueron muy felices.
- Buenos días, Ratoncita. ¡Qué guapa que estás hoy!
- Gracias, señor Gallo.
- ¿Te casarías conmigo?
- No lo sé. ¿Cómo harás por las noches?
- ¡Quiquiriquí!- respondió el gallo.
- Contigo no me puedo casar. Ese ruido me despertaría.
Se marchó el gallo malhumorado. En eso llegó el perro:
- Pero, nunca me había dado cuenta de lo bonita que eres, Ratoncita. ¿Te quieres casar conmigo?
- Primero dime, ¿cómo haces por las noches?
- ¡Guauuu, guauuu!
- Contigo no me puedo casar, porque ese ruido me despertaría.
Un Ratoncito que vivía junto a la casa de la Ratoncita, y siempre había estado enamorado de ella, se animó y le dijo:
- ¡Buenos días, vecina! Siempre estás hermosa, pero hoy, mucho más.
- Muy amable, pero no puedo hablar contigo, estoy muy ocupada.
El Ratoncito se marchó cabizbajo. Al rato, pasó el señor Gato, que le dijo:
- Buenos días, Ratoncita ¡Qué linda que estás. ¿Te quieres casar conmigo?
- Tal vez, pero, ¿cómo haces por las noches?
- ¡Miauu, miau!- contestó dulcemente el gato.
- Contigo me casaré, pues con ese maullido me acariciarás.
El día antes de la boda, el Gato invitó a la Ratoncita para una comida. Mientras el gato preparaba el fuego, la Ratoncita quiso ayudar y abrió la canasta para sacar la comita. Con sorpresa vio que estaba vacía.
- ¿Dónde está la comida?- preguntó la Ratoncita
- ¡La comida eres tú!- dijo el Gato enseñando sus colmillos.
Cuando el gato estaba a punto de comerse a la Ratoncita, apareció el Ratoncito, que los había seguido, pues no se fiaba del gato. Tomó un palo encendido de la fogata y lo puso en la cola del gato, que salió huyendo despavorido. La Ratoncita estaba muy agradecida y el Ratoncito, muy nervioso le dijo:
- Ratoncita, eres la más bonita. ¿Te quieres casar conmigo?
- Tal vez, pero, ¿cómo harás por las noches?
- ¿Por las noches? Dormir y callar. ¿Qué más?
- Entonces, contigo me quiero casar.
Así se casaron y fueron muy felices.
En fin… creo que hay
que abrir los ojos y mirar más allá de lo que el loco corazón pueda sentir , quizás
hay que ponerle un poco de razón a la locura y proteger a nuestro valiente corazón.
… Salta los charcos que quieras! No importa cuánto
salpique en tu vestido, salta y se feliz
saltando hasta que un día caigas en el charquito nuevamente y pueda que la vida te sorprenda!